El 9 de julio, pude emprender el vuelo hacia Oshkosh. La estancia en Manila fue muy corta y agradable. La tentación de permanecer varios días allí se hizo casi irresistible, pero había metas que cumplir y un límite de tiempo para ello. Oshkosh no iba a demorar su programa y tenía la absoluta necesidad de llegar a tiempo allí. También la relación con el avión de acompañamiento tuvo un serio revés. El dueño del mismo tenía la sería intención de bajar al cámara de Al Filo de la Imposible, si TVE no cubría los gastos de su avión a partir de Manila (rompiendo el compromiso que adoptó con ellos antes de la partida). Finalmente, y ante el temor de quedarse sólo allí, accedió seguir con lo pactado, aunque de alguna forma, algo ya me decía que no por mucho tiempo.
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