En la segunda mitad del siglo XVHI se dio una singular floración de magistrados poetas desconocida en la historia de la magistratura española. Aunque su aparición pudiera atribuirse a la vocación literaria del siglo, una comprensión más profunda de su obra marcada por un componente político fundamental la vincula más bien a la filosofía de la libertad que caracteriza la Ilustración. Jovellanos, Meléndez, Forner, Quintana, Posada y Soto, Vaca de Guzmán... representan esa generación de magistrados humanistas que, recordando precedentes clásicos y modernos, lograron superar el antiguo anatema contra la poesía. A excepción de Jovellanos, los restantes magistrados han sido recordados más por su afición a las bellas letras que por su obra profesional. Sin embargo, en la medida que en su propia vida se une la obra poética con la jurídica, parece oportuno armonizar de nuevo en ellos la herencia de Minerva y Themis.
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