Los años 2003 y 2004 pasarán a la historia de Cuba como símbolo de crisis económica y política. La dura represión, los juicios sumarios, el encarcelamiento de opositores y el asesinato de los tres secuestradores del ferry Havana Bay que pretendían huir hacia los EE UU han empeorado notablemente la percepción exterior del régimen, asediado por las disfunciones económicas y empeñado en culpar al gran vecino del norte de todos sus males. Un retroceso evidente en el lento, pero progresivo camino que habían recorrido las relaciones cubano-americanas y las tímidas reformas que a finales del siglo pasado parecieron desear el dictador y sus colaboradores
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