El proceso de industrialización del País Vasco experimentó un cambio y una aceleración a partir del montaje de las tres grandes fábricas siderúrgicas (Altos Hornos de Bilbao, La Vizcaya y La San Francisco) en torno a 1882, primando a la industria pesada frente a la ligera, y tras el arancel de 1891 a la siderometalurgia en su conjunto. Este modelo de desarrollo económico -grandes empresas del sector siderúrgico que estructuraban el tejido industrial- afectó sobre todo a Vizcaya y perduró hasta la llamada crisis del petróleo de los años setenta y la reconversión industrial de los ochenta. La clausura de Altos Hornos de Vizcaya y su reemplazo parcial por una miniacería y los cierres y las reiteradas dificultades de los grandes astilleros que sobrevivieron, evidencian una sustancial transformación del modelo económico, traumático para muchos sectores. Las sucesivas liberalizaciones arancelarias no han sido ajenas a bastantes de estos cambios.
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