La incorporación de diez países a la Unión Europea está trayendo consigo no pocas incertidumbres respecto al impulso que ello puede suponer para la deslocalización de empresas en favor de los nuevos estados miembros. Sin embargo, un análisis más sosegado nos hace ver cómo lo que en principio es una ventaja competitiva, basada en bajos costes laborales y en altos niveles de educación, pierde valor al constatarse que los países del Este de Europa tienen una productividad inferior a la mitad de la de los países de la UE más veteranos, y que la ampliamente extendida formación reglada no se corresponde con iguales niveles de cualificación profesional.
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