Los niños y niñas sólo conciben el silencio como una norma del colegio que les obliga a estar callados. Esta experiencia en el aula de Música les enseña que también es el medio para escuchar sonidos como el del mar, los pájaros o el viento. El silencio deja de ser así una imposición y se convierte en un placer para el alumnado.
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