Está muy extendida la idea de que existe muy poca innovación en infraestructuras. Es sólo una parte de la verdad. Las diferencias, bien patentes, entre las infraestructuras del pasado y del presente manifiestan la creatividad que ha estado asociada al progreso. Sin embargo, en la actualidad, son pocos los estímulos que existen a la innovación. En el texto se apuntan las causas de tan indeseable situación, y se concluye que precisamente el impulso por la innovación puede ser un poderoso y eficaz transformador de realidades sociales manifiestamente mejorables. La innovación debería ser, por tanto, un instrumento "ideolójico" de la mayor trascendencia.
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