Se analiza aquí una tabla leonardesca adquirida por José Lázaro a fines del siglo XIX. La ambigüedad de la representación, un busto de extraordinaria belleza dotado de una doliente y misteriosa expresión, ha dado lugar a diferentes interpretaciones sobre su identidad. Asimismo, ha sido muy debatida la autoría de esta fascinante pintura. En opinión del autor de este estudio, nos hallamos ante un caso de colaboración similar al que dio como resultado la célebre Madonna Litta del Ermitage, es decir, una concepción del propio Leonardo -seguramente un dibujo- magistralmente plasmada por Giovanni Antonio Boltraffio, el discípulo más dotado de su obrador milanés.
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