El autor sostiene que la globalización reproduce en el ámbito mundial el mismo patrón de crecimiento viciado, concentrador y excluyente que se da dentro de los países: sólo sacan provecho unos pocos y queda relegada la mayoría de la población. Basándose en un análisis de los sucesivos conceptos de desarrollo, aboga por una estrategia "incluyente", que abarque a toda la sociedad. Se trata de corregir dicho patrón "asimétrico" para conseguir un equilibrio más justo entre eficiencia económica, trabajo decente y protección medioambiental. Dado el desorden que caracteriza el proceso de universalización, habrá que basarse en la política nacional para rescatar a los estratos sociales excluidos e integrarlos en la corriente principal de la economía, comenzando por los trabajadores informales.
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