Objetivos: Estudiar las prácticas de riesgo de inyección de drogas, en especial compartir indirectamente material de inyección (CIMI), y de las conductas sexuales de riesgo.
Métodos: Estudio transversal. Entrevista cara a cara de 1.638 usuarios de programas de intercambio de jeringas (PIJ). Se investigaron varias formas de CIMI (coger droga diluida en una jeringa usada ajena, meter la aguja en el recipiente donde se introdujeron otras usadas y reutilizar el líquido de limpieza de otros).
Resultados: El 16% en Galicia, el 4,7% en Madrid, el 17,6% en Sevilla y el 13,2% en Valencia se inyectó con jeringas usadas ajenas (p < 0,001). Con variaciones geográficas, la práctica de alguna forma de CIMI (Galicia, 32,4%; Madrid, 28,5%; Sevilla, 42,6%; Valencia, 27,4%; p < 0,001) superó en cada área a la de inyectarse con jeringas usadas ajenas. El 21,7; el 25,3; el 28,2, y el 18,1% (p < 0,01), respectivamente, no se inyectó con jeringas usadas ajenas, pero realizó alguna forma de CIMI. El porcentaje que mantuvo relaciones sexuales desprotegidas con una pareja ocasional fue en todos los lugares (36,6; 40,9; 37,9 y 23,9%; p = NS) muy inferior al que las mantuvo con la pareja estable (68,6; 72,0; 77,8 y 72,8%; p = NS). El 81,3% de los inyectores con pareja estable en Galicia, el 75,9% en Madrid, el 86,1% en Sevilla y el 79,7% en Valencia informaron que el estado serológico de su pareja era negativo o lo desconocía (p < 0,001).
Conclusiones: La prevalencia de CIMI es mayor que la de inyección con jeringas usadas. Para un porcentaje relevante, las únicas conductas de riesgo de inyección son las prácticas de CIMI. Éstas y el escaso uso del preservativo, especialmente con la pareja estable, pueden estar contribuyendo a la extensión del virus de la inmunodeficiencia humana y al virus de las hepatitis C o B.
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