Conscientes de una realidad que no puede obviarse, la historiografía actual, al hablar de ciudades, villas, aldeas o centros de poblamiento, plantea a la vez el estudio de sus marcos territoriales de desenvolvimiento. No ha sido ésta una conquista banal. La oposición de dos mundos, rural y urbano, creada por líneas metodológicas de ascendencia histórica liberal, que convertían a las ciudades en un área de libertades, idealizada en el mundo feudal, ha sido difícil de superar. Los focos preurbanos y las ciudades se veían así como un espacio de «libertad», de «autonomía», de «independencia », de emergencia de posibilidades de acceso social, económico y político, sin considerar la creación y consolidación de dependencias a través de sus espacios de extensión territorial.
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