Javier Cabrera de la Colina, M.L. López-Serna
La vid, con una superficie entorno a 107 ha, es el cultivo más extendido del mundo. En España, el viñedo ocupa una extensión de, aproximadamente, un millón de hectáreas, de las que la mitad se encuentran en Castilla-La Mancha, que se convierte así en la primera región en superficie cultivada a escala mundial. El oidio o ceniza, causado por el hongo Uncinula necator (Schw.) Burr. es la enfermedad más frecuente en los viñedos de Castilla-La Mancha, donde se mantiene como enfermedad endémica.
Trabajos de investigación recientes sobre U. necator se han referido a la epidemiología de la enfermedad en campo y la influencia de la temperatura y la humedad relativa sobre la incidencia de la enfermedad. Chavan y col (1995) hallaron, en una parcela experimental en India, que la enfermedad aparecía de forma temprana y más vigorosa donde los riegos eran aplicados en intervalos cortos. Así, temperaturas en el rango 11,8-32,4ºC, y humedad relativa de 58,4% favorecieron el desarrollo de la enfermedad, mientras que temperaturas inferiores a 8,8ºC y superiores a 34,0ºC y humedad relativa menor que 47,4% impidieron el progreso epidémico de la enfermedad, aunque permaneció en el cultivo.
El inóculo primario procede del micelio existente en yemas en dormancia o de las ascosporas producidas en cleistotecios. En Italia, Cortesi y col (1997) determinaron la importancia de estos cleistotecios en el establecimiento y posterior desarrollo de la enfermedad, ya que parecían funcionar como la única fuente de inóculo primario en algunos viñedos de Italia, y servir como fuente adicional de inóculo en los lugares donde el patógeno hibernaba en las yemas infectadas. Se encontró mayor densidad de cleistotecios en las hojas caídas que en la corteza. Aun así, el porcentaje de cleistotecios viables resultó mayor en la corteza, mientras que no recuperaron cleistotecios viables en el suelo.
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