La montaña, espacio construido socialmente, no es, exclusivamente, un espacio rural. El desarrollo territorial de la montaña supone, desde época histórica, la consolidación de una jerarquía de asentamientos y estructuras sociales y de actividad diversas y complejas. Las actividades agrarias, ganaderas, forestales e incluso, las industriales, configuran los espacios de montaña. El patrimonio de las áreas rurales de montaña comprenden herencias diversas cuya superposición temporal y espacial componen el espacio heredado y le dan auténtica dimensión cultural. El artículo analiza la evolución de las políticas de desarrollo de las áreas de montaña en Europa y España, el tránsito de una visión agrarista de la montaña a un enfoque integral que supone la consideración de patrimonio territorial de estas áreas y su integración en las políticas de ordenación territorial, de escala regional, como una parte funcional del conjunto.
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