Las relaciones diplomáticas y comerciales entre Rusia y España fueron muy escasas antes del siglo Xviii. En la segunda mitad del siglo xvii, durante la etapa previa a la consolidación de Rusia como potencia europea que tendría lugar en la centuria siguiente, la Corte de Moscú decidió el envío de embajadores itinerantes a las principales capitales europeas, incluida Madrid. Sin que se llegasen a concretar acuerdos políticos o comerciales de importancia, esos primeros pasos de los embajadores rusos en España Pedro 1. Potemkin (1667-1668 y 1681), Andrés Vinio (1673) y el príncipe Dolgoruki (16871688) iniciaron los contactos entre culturas y países distantes y apenas relacionadas hasta el momento. Aparte del pintoresquismo de los trajes y costumbres de unos visitantes inéditos en la corte madrileña de Carlos JI, los detalles del protocolo y, especialmente el retrato de Potemkin que pintó Carreño de Miranda, conservado en el Museo del Prado, son los elementos que se recorren en este articulo.
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