En la llamada Casa de Piedra de Alcolea del Pinar (Guadalajara), que visité en estos días con los dulces fríos de invierno, me topo con un visitante francés de aspecto muy familiar: buen porte, aunque no alto, traje de paño grueso con chaleco, camisa blanca y corbata negra de lazo y el pelo y la barba crespo y entrecano, tirando a blanco, el ojo derecho ya apagado pero el izquierdo todavía muy despierto e inquisitivo... Oui!, ¡Es él! Se trata de Julio Verne redivivo, y de inmediato lo abordo
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