Algunos autores coinciden en la existencia de un gran foso entre la riqueza del discurso sobre la evaluación y la pobreza relativa en las prácticas de la misma.
Sería fácil atribuir dicho abismo al distanciamiento entre teóricos y prácticos de la formación, pero consideramos que teoría y práctica de la evaluación formativas han de estar estrechamente unidas.
Del significado de la evaluación en todas sus dimensiones, de su consideración como proceso y de la exigencia de planificación de la misma, arrancan suficientes elementos para mejorar la "práctica" de la evaluación.
Desde aquí intentamos aportar, a través de nuestra experiencia, algo de esa "práctica" que acabamos de mencionar, y que es tan escasa en las publicaciones sobre el tema.
La evaluación no puede limitarse a una ocasión única cuando termina un programa específico, ha de estar presente ya, cuando a partir del análisis de necesidades se establece la política de formación (planes y programas)así como sus objetivos, contenidos, actividades, recursos, etcétera.
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