Las elecciones en Iraq lejos de poder contribuir a solucionar el problema creado con la guerra y ocupación del país, pueden convertirse en un elemento más de complicación. Dejando al margen la legitimidad o no de los comicios celebrados el 30 de enero, el "resultado" de los mismos no contribuye a terminar con la ocupación militar y, además, complica la situación al afianzarse un modelo confesional debido al éxito de los partidos chiíes.
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