Rumania ejemplifica la euforia migratoria desatada en Europa del Este tras los históricos acontecimientos de finales de 1989. La apertura de las fronteras, la crisis económica, la inestabilidad política y los conflictos étnicos han acelerado la emigración, que está relacionada con los flujos migratorios del siglo XX y se caracteriza, entre otros aspectos, por la importancia del componente étnico, la irregularidad, las frecuentes idas y venidas y la movilidad geográfica en una constante búsqueda de oportunidades. La firme voluntad de incorporación a la Unión Europea ha exigido cambios legislativos y un mayor control de las fronteras, lo que afecta negativamente a las relaciones entre los rumanos de la diáspora y "la madre patria".
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