Lo cierto es que las organizaciones que dependen de las negociaciones para su crecimiento no pueden permitirse el lujo de rechazar la responsabilidad de gestionar este proceso. Sería temerario dejar que las negociaciones dependieran por completo de la voluntad y la capacidad personal de quienes se sientan a la mesa un determinado día. Por este motivo, algunas empresas han adoptado medidas para que la negociación sea una competencia organizativa
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