A partir del siglo XII, en torno del primer rey, se forma en Portugal el espíritu aglutinador de una conciencia nacional que va dibujando los caracteres de la identidad portuguesa. En el desarrollo de esa identidad hay influencias tales como los Descubrimientos, las relaciones con Castilla, etc., hasta llegar al salazarismo y desembocar al fin en el Portugal de hoy que, por encima de ciertas carencias e inclinación a la improvisación, quiere ser un país abierto, volcado hacia el mar y hacia Europa, hacia África y Brasil.
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