A los treinta años de la creación de la asociación ambientalista ADENA, estamos a juicio del autor en un momento crítico del movimiento ecologista español. Se ha perdido capacidad movilizadora (200.000 personas contra la central nuclear de Lemóniz en 1978) y se echan en falta reflexiones, estudios y opiniones autorizadas que establezcan puentes de entendimiento entre un pasado reciente y el actual momento de escasa respuesta social. No es casual el refugio de una buena parte de los ecologistas en tareas conservacionistas (fauna, flora) donde las contradicciones ideológicas son más llevaderas y, en cualquier caso más gratificantes y hasta generadoras de empleo. Los ciudadanos se acercan a la naturaleza como elemento de ocio y disfrute, no como problema.
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