Aragón ha experimentado en los últimos años un importante descenso en sus tasas de mortalidad y de natalidad, que está contribuyendo, junto al masivo proceso de emigración de sus habitantes hacia las ciudades de décadas anteriores, al envejecimiento relativo de la población, lo cual, es una cuestión central en el problema de la despoblación. El acusado envejecimiento de la población aragonesa arroja oscuras perspectivas sobre la capacidad de sus municipios y comarcas para asegurar el mantenimiento de los volúmenes de población existentes, y sobre la posibilidad de que la actividad económica se mantenga en el nivel actual, ya que los índices de reemplazo de la población en edad activa también son preocupantes.
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