La reciente celebración de las elecciones en Iraq ha servido para que, en todo el mundo, celebrasen su supuesta victoria los más correosos partidarios del gobierno estadounidense de Bush, los mismos que apoyaron el inicio de una guerra sucia, y quienes, hoy, juzgan razonable y oportuna la guerra preventiva como instrumento de la política exterior de Waxhington, y, en general, de la visión neoliberal del mundo.
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