A partir de comienzos de la década de los años noventa en Bolivia, se pusieron en marcha prácticamente en paralelo y por iniciativa estatal, dos procesos de descentralización, uno municipal (Ley de Participación Popular), y otro departa-mental (Ley de Descentralización). A pesar de los desarios, los retrocesos y las dificultades, la descentralización ha permitido un incremento de la participación política de la sociedad y un fortalecimiento del papel de los municipios, entre otros logros. En los últimos cinco años se está produciendo el proceso inverso, "reivindicativo", desde la sociedad hacia el Estado y el sistema de partidos, a los que demandan mayores transferencias de poder y de recursos, y de participación política
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