La derrota de las fuerzas aliadas hispanoirlandesas en Kinsale (1602) y el inicio de la britanización del Ulster (1607) marcaron el definitivo colapso del sistema gaélico en Irlanda. Miles de irlandeses acompañaron a sus señores en un exilio dirigido hacia los territorios de la Monarquía hispánica. En su necesidad de presentarse dignamente ante la Monarquía. desterrando así muchos de los tópicos culturales que sobre la sociedad gaélica se tenían, y en su intento de integración en la sociedad española, los irlandeses elaboraron toda una ideología política con el objetivo de legitimar sus aspiraciones. Esta ideología se basaba en tres premisas fundamentales: una continua alusión al supuesto origen ibérico de la población irlandesa, su inquebrantable fidelidad a Roma y sus continuos servicios a la Monarquía española.
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