De 1994 a 2003, los indicadores macroeconómicos de los territorios palestinos ocupados fueron progresando hasta que sufrieron una caída en picado. Ello se debió, primero, al ambiente esperanzador que siguió a los acuerdos de Oslo de septiembre de 1993 y, después, a la abrupta crisis causada por el estallido de la segunda Intifada en el año 2000. El autor expone la evolución económica desde los acuerdos de Oslo y las limitaciones de un sistema económico caracterizado por la dependencia de la economía israelí y el envío a Israel de trabajadores poco calificados. Considera que, para generar los numerosos puestos de trabajo productivos que necesita una población activa palestina que crece rápidamente, hace falta que la economía, aunque sea pequeña, se abra al exterior y cobre impulso gracias a la diversificación de las exportaciones.
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