La idea de crear una revista de humor rondaba a Mihura desde los tiempos de La Ametralladora, pero hizo falta un largo periplo antes de que su deseo pudiera materializarse en La Codorniz, en mayo del 1941. El tenía muy claro lo que pretendía: una revista unitaria, coherente con unos principios estéticos comunes; en definitiva, todo lo que había aprendido de K-Hito y puesto en práctica en La Ametralladora, aun a costa de enemistarse con algunos queridos compañeros.
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