Existe una imagen muy crítica sobre la historiografía española del movimiento obrero que responde más bien a un cierto cliché cómodo y genérico. De todas formas, la historia del movimiento obrero en la España de los años sesenta, setenta y primeros ochenta vino a recuperar, de forma compleja, dos significativas tradiciones historiográficas anteriores a 1939: a relacionar con la consideración sociológica y antropológica por una parte y con una historia política democrática y radical por otra. Estuvo además abierta a la ampliación temática y muy en especial a la consideración de la dimensión política de las experiencias y formas de articulación de las clases populares. Un objetivo vigente.
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