La situación en Chile debería dejar de ser considerada excepcional. Como en todos los demás países de América Latina, hay desarrollos complejos y procesos en marcha. Diversas opciones permanecen abiertas. La necesidad de lograr un sistema efectivamente nacional ¿esto es, incluyente¿ se mantiene, tal como fuera señalado por Aníbal Pinto un tiempo atrás. Sin embargo, ahora existen buenas probabilidades de lograrlo. Por un lado, porque hoy es posible un lenguaje compartido a partir de una mejor comprensión de lo ocurrido entre 1973 y 1989. Y por otro, porque con base en lo logrado por el país se puede apuntar a políticas públicas más ambiciosas sobre las que sea capaz de expresarse la ciudadanía. Ello permite plantearse una visión del orden democrático para Chile.
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