A finales del siglo XVIII la mayor parte de los comerciantes madrileños eran inmigrantes. La existencia de redes de solidaridad definidas a partir de vínculos de parentesco y de paisanaje fueron muy importantes. Por una parte, porque facilitaron la integración de los inmigrantes en la sociedad urbana y su economía. Por otra, porque tales redes se definieron como la base sobre la que se desarrollaron las peculiares relaciones mantenidas entre Madrid y las regiones de donde procedían los comerciantes, que en algunas ocasiones no sólo incluyeron transferencias de capital humano, sino también con cierta frecuencia dinero en metálico, recibiendo a cambio parte de los beneficios obtenidos por el sector mercantil madrileño
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