La exclaustración forzosa que tuvo lugar en el este de España el verano de 1835 culminó varias décadas de resistencia antiseñorial. No se trató de un incidente con causas sólo políticas y bélicas, ni de un acto de anticlericalismo fanático. Fue una revolución, en la que concurrieron unos líderes políticos con un programa alternativo y unas masas con objetivos propios. Ambos se encontraron a inicios de 1835, cuando quedó claro que el justo medio de Martínez de la Rosa no acometería las reformas socioeconómicas imprescindibles, pero el estallido se retrasó hasta el verano, cuando los precios de soldadura elevaron la tensión social
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