Todos los días, el periodista debe enfrentarse con apariciones de la Virgen en el fondo de una taza de café, enormes anacondas que se tragan entero a un fornido tolimense de 22 años, una mujer de barrio miserable que leyó entre las escamas de un sábalo el número ganador de la lotería o con cualquier otro hecho de una realidad inverosímil que, como dijo Gabriel García Márquez en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, "vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas".
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