Se trata de una reflexión sobre las figuras simbólicas que la droga juega en el actual contexto social e institucional prohibicionista. La droga aparece así como el doble perverso de la mercancía: una figura contemporánea del mal. Se analiza también cómo la prohibición contribuye a esta demonologización y al mismo tiempo convierte a la droga en un objeto de deseo. La vaciedad de significado del término droga ayuda a esta operación de mistificación fetichista. Por último en el artículo se pretende desmontar los supuestos argumentos de legitimación de la prohibición y la validez ética de la misma.
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