Las medidas agrarias no se unificaron hasta el siglo XIX. Hasta entonces, cada reino, cada región y cada villa podía disponer de sus propias medidas para mensurar la tierra y los frutos agrarios. Las medidas de superficie podían ser de longitud, de sembradura y de explotación. Las unidades más comunes en la Rioja eran la fanega, la yugada y la obrada. Las medidas de capacidad variaban conforme a los frutos medidos: la fanega para los áridos, la cántara para el vino, el veinte para la bilaza, la arroba para la lana, etc. Una vez presentados los diferentes sistemas de medición de La Rioja, se buscan las razones de su implantación, de su diversidad y, sobre todo, se equiparan los sistemas metrológicos del antiguo régimen con el sistema métrico decimal. En definitiva, se presenta a la metrología, solucionando los problemas prácticos de una región concreta, como una más de las herramientas indispensables del historiador.
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