Al inicio de los años noventa se desarrolló un notable consenso entre el Este y el Oeste en temas de seguridad que posibilitó la conclusión de los Tratados INF, START 1 y CFE, así como la retirada de las fuerzas soviéticas de Europa Central. Sin embargo, en la actualidad Europa se encuentra de nuevo dividida y ha vivido los conflictos más sangrientos habidos desde la Segunda Guerra Mundial. Los líderes europeos han perdido la oportunidad de establecer un sistema de seguridad europea mutuamente aceptado. Para el autor, las razones de esa situación son varias. Aunque desde la Unión Soviética llegó el impulso para acabar la Guerra Fría y destruir el Pacto de Varsovia, la opinión pública rusa se ha vuelto anti-occidental y anti-OTAN debido a la actuación de la Alianza en la guerra de Kosovo y a la decisión de ampliación, considerada por los rusos como una amenaza. En la percepción de éstos, las reformas económicas de mercado han fracasado y la ayuda financiera auspiciada por los países occidentales sólo ha servido para alimentar un sistema corrupto. Por último, Felgenhauer señala que muchos países no han modificado la consideración de Rusia como enemigo, como lo demuestra el no desmantelamiento y subsiguiente ampliación de la OTAN y el hecho de que el diálogo occidental con los antiguos países comunistas ¿por ejemplo, Ucrania¿ se encamine a crear élites prooccidentales y a reducir la influencia rusa en el Cáucaso y Asia Central.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados