Para convencer a sus compatriotas de adherirse a la nueva dinastía, los afrancesados utilizaron ampliamente la prensa. Las más veces, en vano. Aquí se examina una de sus intentos fallidos : la creación por uno de los literatos más brillantes de su tiempo, Pedro Estala, de un periódico bisemanal, El Imparcial, cuyo prospecto publicado en la Gaceta de Madrid, permite entender la estrategia editorial del redactor y los motivos de su fracaso.
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