En este artículo se estudia a grandes rasgos la conducta del conservadurismo liberal español del siglo XIX ante los problemas sociales. El propósito es poner en tela de juicio la muy extendida atribución a esta escuela política de una marcada vocación social en virtud del proverbial escepticismo conservador hacia las virtudes armonizadoras del liberalismo clásico y del giro dado de la mano de Antonio Cánovas en 1890 por los conservadores dinásticos hacia la intervención estatal y el reformismo social. Durante todo el siglo XIX los conservadores se mantuvieron apegados a un esquema informado por el individualismo aderezado con limitadas intervenciones públicas consistentes sobre todo en una beneficencia de corte caritativo y naturaleza religiosa. Una formulación ésta que en buena medida se mantuvo tras la conversión al intervencionismo.
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