La identidad proviene de la ineludible interacción de la persona y la sociedad a la que pertenece. De este diálogo entre subjetividad y objetividad surge la inteligibilidad de las personas, su marco referencial que identifica metas, características, potencialidades y carencias de los individuos. La identidad personal y la identidad social de los individuos quedan plasmadas en estructuras cognitivas que guían el actuar de las personas. La violencia condiciona la identidad al excluir ciertas formas de actuación preferencial y acentuar espacios de identidad indeseable.
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