Abordo cómo el concepto de `raza', en cuanto elemento a partir del cual construir un discurso y una práctica segradores, ha venido a ser sustituido, en los últimos años, por el más políticamente correcto de cultura. A la luz de lo que ha venido a llamarse multiculturalismo, se sostiene la equivalencia moral de las culturas, tomadas como entidades discretas, limitadas por una serie de propiedades internas, cuya realidad no es relacional, sino que se la concibe en términos esencialistas. Frente a ello, defiendo la puesta en cuestión de este modo de entender las culturas, en favor de una concepción antiesencialista
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