El panorama de actuaciones de la política científica en las últimas décadas no ofrece un balance halagüeño. Por lo que se refiere a la psicología clínica se denuncia la paradoja de tener que enseñar psicología clínica sin práctica reconocida y cualificada en las universidades, con la necesaria formación científica y humanista de los profesores en clínica y la previa selección de los alumnos en función de capacidades y status mental. El nivel de postgrado aparece como el objetivo nunca alcanzado por razones muy difíciles de entender. El trabajo termina con la ampliación de la psicología clínica convencional con la denominada psicología clínica de la salud, más amplia y que presenta exigencia de formación distintas a las actuales.
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