Después de haber publicado tres novelas tradicionales, Claude Simon emprende una nueva forma narrativa en 1956 compartiendo con el grupo del "nouveau roman" francés algunos presupuestos -debilitamiento de la historia en favor del texto en sí mismo, predominio de la descripción, respecto del poder de asociación de las palabras- y sobre todo, el rechazo de la novela denominada "realista". Su pretensión es rememorar lo vivido gracias a una visión escrutadora que presenta instantáneas inconexas pero armónicas de la realidad. El tratamiento del color en la descripción es fundamental en una obra en que prevalece la memoria visual
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