Epidemiología. Los carcinomas de tiroides representan el 1% de los tumores malignos del organismo.
Etiopatogenia. La irradiación externa, algunos oncogenes y otros factores han sido relacionados con la etiopatogenia de los carcinomas tiroideos.
Clasificación. La más aceptada se basa en las extirpes celulares que los originan. Derivan del epitelio folicular (papilar, folicular y anaplásico), de las células parafoliculares (medular) y más raramente pueden aparecer otros tumores malignos (linfoma, sarcoma, metástasis).
Manifestaciones clínicas. En la mayor parte de los casos aparece como un nódulo asintomático. A veces como una adenopatía o presenta sintomatología compresiva. Más raramente como metástasis a distancia.
Diagnóstico. Existen datos de la historia clínica y de la exploración física que hacen que un nódulo tiroideo sea sospechoso de malignidad. La citología por PAAF del nódulo es esencial para el diagnóstico. El estudio genético en el medular, la ecografía, la tomografía computadorizada, la resonancia magnética, la tomografía con emisión de positrones y distintas pruebas isotópicas pueden resultar útiles en el tratamiento, el diagnóstico y el seguimiento.
Tratamiento. El tratamiento del carcinoma diferenciado del epitelio folicular (papilar y folicular) se basa en la cirugía, el radioyodo y la supresión de TSH. El tratamiento principal del carcinoma medular es la cirugía.
Seguimiento. Debe realizarse de por vida. En el carcinoma diferenciado del epitelio folicular se realiza fundamentalmente mediante rastreo corporal con I y determinación de tiroglobulina, aunque en ocasiones puedan ser necesarias otras pruebas. En el carcinoma medular el marcador utilizado es la calcitonina.
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