El asunto de este artículo, es exponer alguno de los supuestos o principios del famoso y ridiculizado optimismo de Leibniz, que Ortega, con mayor agudeza que otros, contribuyó a poner en claro, por la importancia que éstos tuvieron en su filosofía. Particularmente nos ocupamos del principio de que no todo posible existe, del principio de lo mejor y, sobre todo, de la ley de continuidad, que juega un papel fundamental, a la vez que paradójico, en el optimismo y en el racionalismo, tanto para Leibniz como para el propio Ortega.
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