La variabilidad del suelo no es un concepto nuevo. Los agricultores han observado desde el neolítico que el cultivo de una misma parcela se comporta de maneras diferentes en sus distintas partes a pesar de estar tratada de forma homegénea. La experiencia contribuía a reconocer de entre las zonas más o menos vigorosas aquellas cualitativamente más favorables o las que podían tener problemas sanitarios. Esta variabilidad espacial provoca también una variabilidad de las características de la cosecha que era muy difícil o imposible de gestionar correctamente. Con la introducción del concepto de viticultura de precisión (y de todo un conjunto de nuevas tecnologías en diversos ámbitos, como la electrónica, la informática, los sistemas de posicionamiento global, etc., que comporta) se parte de un conocimiento de base muy detallado y extensivo de las propiedades del medio y de la viña, de manera que la variabilidad de la viña puede ser previsible y optimizable.
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