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La enseñanza del Urbanismo en Gran Bretaña: pasado, presente y futuro

  • Autores: Simin Davoudi
  • Localización: Urban, ISSN 1138-0810, Nº. 10, 2005, págs. 17-32
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • La enseñanza del urbanismo en Gran Bretaña ha cambiado considerablemente a lo largo del último siglo. De las múltiples fuentes de influencia, dos en particular tuvieron un impacto determinante sobre su evolución: el informe Schuster de 1950 y, desde los años treinta, los requisitos del Royal Town Planning Institute (RTPI) para conseguir la acreditación. En este artículo estudiaremos ambas influencias en el contexto de la evolución del papel de los urbanistas, antes de esbozar las características principales del nuevo sistema de enseñanza del urbanismo. Es curioso que los padres fundadores del movimiento del urbanismo en Gran Bretaña no fueran urbanistas de formación y que aquellos que más adelante se implicaran en actividades urbanísticas fueran ingenieros, topógrafos y arquitectos. Después de la Segunda Guerra Mundial, la evolución hacia un urbanismo global y el Informe Schuster sobre la enseñanza del urbanismo transformaron la profesión de urbanista, de una actividad basada en el dibujo, a una tarea basada en las ciencias sociales, donde la geografía, la economía y la sociología ocupaban el lugar preeminente. En los años sesenta, sustentado por la teoría de los sistemas, el método del urbanismo procedimental, con su abundante uso de los modelos informáticos, se convirtió en el nuevo �estándar� del gremio de los urbanistas y en el ingrediente clave de las carreras de urbanismo, que ya por entonces se cursaban tanto en el posgrado como en la licenciatura. Esta �edad de oro� desembocó en los años setenta, que fueron un decenio de crisis para el gremio de los urbanistas, criticado por no cumplir con lo prometido. El debate principal giraba en torno a la preferencia ideológica del RTPI, que favorecía las carreras de licenciatura generalistas por encima de las formaciones de posgrado especializadas y de la homogeneización de la competencia urbanística en un momento en el que se solicitaba mayor variedad. De hecho, las nuevas directrices sobre enseñanza del RTPI de 1982, que dividieron los requisitos pedagógicos para todas las carreras de urbanismo acreditadas en �asignaturas troncales� y �asignaturas especializadas�, se publicaron en un momento en que los urbanistas recibían duros ataques al ser vistos como burócratas obstruccionistas. A pesar del redescubrimiento en 1991 de la importancia de los planes de desarrollo en las decisiones de urbanismo, este fuerte ataque dejó marcada la profesión durante dos decenios. Los conocimientos, las técnicas y los valores se convirtieron en los componentes clave de las carreras de urbanismo. En los años noventa, los efectos combinados de varios factores, entre ellos el deterioro de la imagen de la profesión, condujeron a una reducción considerable del número de estudiantes matriculados en urbanismo y al cierre de algunas carreras. En los albores del nuevo milenio, un cambio radical en el urbanismo se había vuelto imperativo. Este tomó la forma de una nueva legislación urbanística, junto con un replanteamiento radical del RTPI y de sus políticas docentes. Su �Nueva perspectiva para el urbanismo�, publicada en 2001, se construyó en torno a la idea fundamental de un tipo de urbanismo que sea espacial, sostenible, integrador, que se guíe por valores y que se articule alrededor de acciones. Esta publicación fue seguida por un informe sobre enseñanza que subrayó las preocupaciones dentro del gremio acerca de la necesidad de flexibilidad en el proceso de acreditación, de un equilibrio apropiado dentro de los planes de estudios entre asignaturas generalistas y especializadas, de la ampliación de la esfera del urbanismo más allá de las cuestiones de uso del suelo, y de programas de formación continuada para urbanistas. Una de las recomendaciones más radicales del Informe era que se reconfigurasen los programas existentes de máster a tiempo completo en dos años, en programas intensivos de 12 meses. Aunque algunas escuelas de urbanismo estuvieran molestas con la idea, todas menos una decidieron ajustar sus carreras a este esquema. El RTPI sugirió que �la enseñanza del urbanismo debería buscar la promoción del pensamiento crítico sobre el espacio y el lugar como la base de la acción o de la intervención�. Se agradece este cambio en las prioridades, pero su éxito no sólo dependerá de una reestructuración radical de los planes de estudios de urbanismo, sino también de una evolución en la cultura de los urbanistas en ejercicio hacia un mayor reconocimiento de que �la competencia exclusiva de los urbanistas reside en su conocimiento de procesos socioespaciales que al interactuar entre sí producen el hábitat urbano� (Friedman, 1998, p. 250).


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