El gobierno de Hugo Chávez en Venezuela combina rasgos tanto del populismo histórico como de un populismo de generación reciente que algunos sociólogos denominan «neopopulismo». La novedad está en que, a diferencia de los viejos populismos, Chávez ha probado ser muy afecto al militarismo. Al igual que otros movimientos de este corte, el gobierno chavista mantiene una relación ambigua con las instituciones democráticas y un acentuado inmediatismo que mina la institucionalidad y la democracia misma. Allí pueden ubicarse las razones que explicarían el deslizamiento de los populismos delegativos hacia formas autoritarias propensas a reproducir esquemas totalitarios de gobierno.
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