Isabel Fernández Tejedo, Georgina Endfield, Sarah O'Hara
El resultado del proceso colonizador sobre la propiedad y el uso del agua en el valle central de Oaxaca culminó, como en otros sitios de México, en el acaparamiento de los beneficios del líquido vital por parte de los colonos españoles. Si las prerrogativas emanadas de la conquista permitieron que la mitad de la tierra quedara en manos de los antiguos cacicazgos y del marqués del Valle, restringiendo la ocupación de la tierra a los colonos y encomenderos, la propiedad y el uso del agua siguió otro derrotero. A través del sistema de distribución de mercedes del agua y aplicando los mecanismos legales de la economia colonial -renta, venta y empréstito-, los nuevos pobladores fueron acaparando, lentamente pero de forma inequívoca, los principales recursos acuíferos del valle. Las estrategias para el control del agua permitieron la emergencia de numerosos ranchos y labores con derechos a uso de agua, en donde se concentró el verdadero dominio español de la propiedad. El usufructo del agua se aplicó al riego de nuevos cultivos, trigo y caña de azúcar, principalmente, y para saciar la sed de los cuantiosos ganados. En los molinos de harina y batanes el agua fue indispensable para accionar las ruedas o para lavar metales en las minas. La documentación colonial es particularmente abundante en pleitos y permite conocer no solamente las leyes y la aplicación de la legislación colonial relativa al manejo del agua, sino también los usos, las costumbres y el reparto comunitario del líquido, e incluso los problemas ligados al abasto del agua potable en los pueblos y ciudades.
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