El Caribe es un espacio donde se han generado manifestaciones culturales asentadas en la diversidad, dando paso a creaciones que desentrañan, de cierta manera, la identidad antillana. Derek Walcott forma parte de tal dinámica, pues a través de su poesía persigue nombrar su mundo y a los sujetos que en él habitan. El presente artículo responde a la necesidad de explicar cómo el autor de El reino del caimito (1977) se plantea la deconstrucción de la Historia por medio de la celebración de una presencia real, de allí que se considere el paisaje como personaje protagónico en el drama de la Relación. Igualmente, se intenta describir la oposición entre el pensamiento de sistema y el pensamiento del rastro presente en el poemario como punto de partida para la comprensión del imaginario antillano, un imaginario propio de la periferia.
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