El Año Eucarístico con el Sínodo de la Eucaristía en Roma (2/23-X-2005), ha servido para profundizar y vivir más intensamente el Misterio de la Fe en la liturgia eucarística. Comunidades cristianas vivas y de referencia las hubo y las hay. Lo fue, sin duda, la Comunidad eclesial de San Agustín, Diócesis de Hipona, y hoy lo pueden ser las nuestras, despertando, valorando y orientando para el bien común los carismas y ministerios con los que el Señor enriquece a su Pueblo santo, su Cuerpo, la Iglesia. Vivimos hoy en una Iglesia con tensiones internas y divisiones con los demás cristianos. Agustín sufrió también la división sangrante de la comunidad eclesial causada por los donatistas, los cuales originaron una Iglesia dividida y seccionada por la mitad en el norte de África. En la misma ciudad de Hipona había una basílica católica y otra donatista. Este es el contexto histórico y social en el que el Buen Pastor de Hipona anuncia la eucaristía como el pan de la concordia.
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