Relativamente poco tiempo después de su fundación, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se convirtió en una empresa generadora de electricidad eficiente -y técnicamente competente; respondía como debía ser a las necesidades y expectativas. Sin embargo, más adelante empezó a cobrar un significado más o menos importante en términos presupuestales, tanto por los montos de inversión como de gasto corriente, y entonces el sistema empezó a intervenir en la empresa. Poco a poco, diversas secretarias de Estado y el propio Congreso se interesaron en sus operaciones, y así pasó de ser una empresa propiedad del Estado, pero independiente en su operación, a una controlada por diversas autoridades estatales.
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